EDAD MEDIA I: BÁRBAROS, IMPERIO BIZANTINO, IMPERIO MUSULMÁN

LOS BARBAROS 


1. VIDA Y CULTURA DE LOS GERMANOS


Los germanos vivieron al norte y este de Europa. Los romanos les llamaban bárbaros, es decir extranjeros. Eran gentes rudas que ocupaban tierras pobres, de pantanos y bosques, y vivían en poblados de casas de madera. Su principal medio de vida era la ganadería, la agricultura basada en el cultivo de los cereales, la explotación de los bosques, y sobre todo la guerra. 

La base de la organización social de los pueblos germánicos la constituía el parentesco. Fue una sociedad patriarcal, cuya célula básica fue la familia. La sippe o clan unía a todos los miembros de un linaje familiar común. Sobre la sippe estaba la «centena», que ejercía funciones militares, y «el pueblo» o «nación», dirigido por un jefe o rey electivo. Su dedicación a la guerra dio origen entre los germanos a la geolfe, institución por la que los hombres libres se ligaban personalmente a un jefe militar, al que juraban fidelidad y así entraban a formar parte de su séquito o comitatus.

Los germanos no fueron un Estado unificado, fueron diversos pueblos liderados por jefes o por reyes. El supremo órgano de gobierno era la asamblea de los guerreros, que en las noches de plenilunio tomaba sus decisiones, elegía a sus jefes y administraba justicia. En los juicios, el pago del wergeld, o compensación al dañado, fue sustituyendo a la venganza de sangre.

La cultura de los germanos era muy primitiva. No tenían leyes escritas, sino consuetudinarias o por costumbre. 

Su religión fue belicista y naturalista. Sus mitos, llenos de poesía, explicaban cómo el hombre había sido creado por los dioses y por Loki, el espíritu del mal, que le transmitió su inclinación al pecado. El dios principal fue Odín quien organizaba su ejército en el Walhalla, paraíso donde los guerreros muertos en combate eran recibidos por las valkirias o doncellas guerreras. Con ese ejército, los dioses vencerán a los espíritus del mal, los hombres resucitarán y una gran paz inundará el mundo.

2. LA GERMANIZACIÓN DEL IMPERIO ROMANO


Desde los días de la República, Roma había tenido contactos con los pueblos germanos: Mario venció a teutones y cimbrios; y, César empujó a los suevos al otro lado del Rhin. En la época del Imperio, muchos germanos se instalaron en tierras de Roma, sirvieron como soldados en sus legiones y trabajaron como colonos.

Estos largos contactos produjeron un doble efecto: por una parte, los germanos se romanizaron; por otra, Roma fue «germanizándose» de tal manera que, en los últimos días del Imperio, los principales jefes del ejército, como Estilicón o Aecio, eran germanos y a ellos se les encomendaba precisamente la defensa del mundo romano.

3. LAS INVASIONES GERMÁNICAS


A fines del siglo IV, los germanos iniciaron su instalación masiva en las tierras del Imperio. Más que una invasión cruenta, se trató de un asentamiento de pueblos enteros, realizado en muchas ocasiones de acuerdo con las autoridades romanas, en virtud de un tratado o foedus. Los germanos recibían tierras a cambio de defender a Roma como aliados confederados militares.

Los motivos de ese movimiento de pueblos pudieron ser muy diversos, como el aumento demográfico o los cambios climáticos, que hicieron más difícil la producción agraria. Pero por encima de todos estaba a amenaza de los hunos, que avanzaron incontenibles desde la llanura rusa hacia el centro de Europa, empujando a los germanos hacia el territorio romano.

4. FIN DEL IMPERIO ROMANO


En el siglo IV, el Imperio romano seguía abarcando inmensos territorios que se extendían desde el Rhin hasta el Sahara y desde Hispania hasta Mesopotamia. Pero la colosal empresa de administrar y defender posesiones tan distantes acabó por desgastar al propio Imperio y lo arrastró a una profunda crisis, cuyas principales manifestaciones fueron: la corrupción de quienes desempeñaban cargos en la administración, la pasividad de los ciudadanos ante los problemas del Imperio, el retroceso de la actividad comercial, el decaimiento de las ciudades, la crisis que atravesaba la clase media, el descenso demográfico, la germanización de Roma. 

El emperador Teodosio trató de frenar la decadencia del Imperio y, tras su afortunada gestión de gobierno, lo dividió entre sus hijos con el fin de facilitar su administración. Esta decisión significó la ruptura de la unidad romana y abrió un futuro diferente para cada una de las dos partes del Imperio: Occidente aceleró su decadencia y cayó definitivamente invadido por los germanos; Oriente conoció tiempos de esplendor y sobrevivió mil años con el nombre de Imperio bizantino.

La penetración de los germanos en el Imperio de Occidente se produjo a lo largo de todo un siglo. En el año 378, los visigodos derrotaron al emperador Valente en Adrianópolis y se extendieron por los Balcanes. Años más tarde, tras saquear Roma (410), se instalaron en el sur de las Galias como federados, para ocupar después Hispania. En el año 406, suevos, vándalos y alanos cruzaron el Rhin, saquearon las Galias y, en el año 409, se instalaron en Hispania. Por su parte, anglos, jutos y sajones pasaron a las islas Británicas; los burgundios ocuparon la cuenca del Ródano, y los francos la parte norte de las Galias.

Hacia el año 451, el reparto territorial del Imperio por los germanos ya se había realizado. La autoridad imperial era una pura ficción y quienes realmente mandaban eran los caudillos germanos. El hérulo Odoacro acabó con aquella ficción al destronar al último emperador romano, Rómulo Augústulo, en el año 476.

Las principales consecuencias de las invasiones germánicas fueron: el fin del Imperio romano de occidente; la fusión de tres elementos culturales, la base romana preexistente, lo germano como elemento diferenciador, y el cristianismo  que unía los dos primeros elementos; políticamente los germanos copiaron la organización romana, crearon diversas monarquías. La iglesia se convirtió en la institución más importante en todos los aspectos, se convirtió en la depositaria de la cultura occidental romana.

5. LOS REINOS ROMANO GERMÁNICOS


La heptarquía. En las islas Británicas, anglos, sajones y jutos crearon siete reinos (heptarquía), que en el año 827 fueron absorbidos en uno solo por Egberto de Wessex.

El reino ostrogodo. Los ostrogodos establecieron su reino en Italia y vivieron momentos de esplendor con Teodorico, pero fueron finalmente absorbidos por el Imperio romano de Oriente.

El reino franco. Los francos tuvieron en las Galias mayor estabilidad y su reino se consolidó definitivamente por la obra unificadora de Clodoveo.  Este rey convirtió a los francos al catolicismo, y creó la dinastía merovingia. Los últimos reyes de esta dinastía son llamados los “reyes holgazanes”, debido a que entregaron las funciones de gobierno a unos funcionarios denominados los mayordomos de palacio.  Uno de los más importantes fue Carlos Martel, quien contuvo a los árabes en la batalla de Poitiers. Uno de los miembros de su familia fue Pepino el Breve, quien destronó al último rey holgazán, Childerico III, y se proclamó rey de los francos. De esta forma se inició la dinastía carolingia, donde su principal representante fue Carlomagno, hijo y sucesor de Pepino el Breve.

El reino visigodo. En España, el reino de los visigodos, tras lograr su unidad territorial con Leovigildo y la unidad religiosa con Recaredo, se mantuvo hasta el año 711, en que, sumido en graves disensiones internas, cayó bajo el dominio musulmán.

Los germanos, demográficamente, sólo suponían el 5 por 100 de la población total del Imperio de Occidente. Atrasados culturalmente, no pensaron nunca en destruir la organización romana, que además admiraban. Sustituyeron la autoridad romana por la suya y la mantuvieron sobre una población más numerosa y más culta. De ahí que todo lo romano perviviera, aunque matizado por las nuevas circunstancias históricas.

6. LA GERMANIZACIÓN DEL OCCIDENTE EUROPEO

Los germanos se mezclaron rápidamente con las poblaciones locales del antiguo Imperio romano, se inició un proceso llamado germanización: fusión de costumbres germanas y romanas.

La organización social y económica en los siglos VI y VII siguió patrones similares a las de siglos anteriores, por lo que la irrupción de los germanos no representó una ruptura total con el pasado romano.

A. UNA NUEVA ORGANIZACIÓN SOCIAL. La sociedad resultante estaba dividida en grupos de hombres libres y esclavos. Entre los grupos libres: una élite, compuesta por los grandes propietarios de tierras (nuevos latifundistas germanos como los antiguos romanos); y, un grupo menos favorecido, conformado por artesanos, comerciantes, pequeños agricultores y campesinos, que trabajaban parcelas de tierra de los grandes propietarios. Los esclavos eran por compra, capturados en guerra o por condenas judiciales. Carecían de libertades.

B. EL PROCESO DE RURALIZACIÓN. Durante los últimos años del Imperio romano, se produjo el despoblamiento paulatino de las ciudades por el miedo a los saqueos de los pueblos germanos y a la inseguridad de los caminos. Este proceso se intensificó por las continuas guerras entre los reinos romano-germánicos.

Los habitantes de las ciudades huyeron al campo, en busca de alimentos y protección de los grandes propietarios de tierras, algunos de los cuales vivían en villas amuralladas y contaban con ejércitos privados. Aunque las ciudades no llegaron a desaparecer, su actividad económica se redujo y perdieron la importancia de épocas anteriores.

La vida económica se basó nn la agricultura. Los campesinos independientes explotaban sus pequeñas propiedades, en tanto que los grandes latifundios estaban en manos de los reyes, la nobleza y el clero.

La presencia de los germanos significó el retroceso del comercio, la circulación monetaria y las ciudades. La economía se volvió autárquica solo se pretendía el autoabastecimiento.

C. EL ARTE Y LA RELIGIÓN.  Se produjo un declive en la calidad de las expresiones artísticas en comparación con el antiguo esplendor del mundo romano.

Respecto a la religión, aunque en un principio los germanos rendían culto a las fuerzas de la naturaleza, fueron convirtiéndose paulatinamente al cristianismo, pues los reyes germánicos se percataron de que con ello obtenían el apoyo de los obispos, quienes tenían gran poder y autoridad.

D. EL SURGIMIENTO DE LAS LENGUAS ROMANCES. Aunque los campesinos y los soldados germanos conservaron su lengua nativa, la aristocracia empezó a usar el latín. Al fusionarse ambos troncos lingüísticos, nacieron las lenguas romances, como el español, el italiano, el francés y el portugués.


EL IMPERIO BIZANTINO


1. EL IMPERIO ROMANO DE ORIENTE


El Imperio romano de Oriente sobrevivió a las invasiones germanas y continuó su desarrollo durante más de mil años con el nombre de Imperio bizantino. Se asentaba sobre toda la parte oriental del Mediterráneo y tenía su capital en Constantinopla, la antigua Bizancio, situada en el estrecho del Bósforo, a la entrada del mar Negro. Su refinada civilización era la síntesis de elementos romanos, helenísticos y cristianos.

El vigor de la cultura bizantina se extendió más allá de sus fronteras: los pueblos eslavos (rusos, serbios, búlgaros, etc.) recibieron de Bizancio los elementos esenciales de su personalidad.

2. EL EMPERADOR Y LA POLÍTICA BIZANTINA


Una de las razones que explican la larga duración del Imperio bizantino fue su sólida organización. El emperador o basileus (rey) era la cabeza. Concentraba todos los poderes: dirigía el ejército y la administración, y era el jefe religioso (era considerado dios, por ello se dice que fue una teocracia). Una extensa red de funcionarios ejecutaba sus órdenes. El emperador bizantino contaba con tres instituciones para gobernar: la burocracia civil, conformada por funcionarios especializados en la administración pública; un ejército muy numeroso, integrado por soldados de diversas nacionalidades; y, la Iglesia ortodoxa, subordinada al emperador bajo un sistema denominado césaro-papismo.

Los diplomáticos eran los encargados de las relaciones con otros territorios y pueblos. Las mismas leyes estaban vigentes en todo el Imperio.

La consolidación territorial del Imperio bizantino se consiguió en parte gracias a la creación del sistema de themas, que consistía en regalar tierras fronterizas a los soldados para que las cultivasen. Con ello se consiguió mejorar la defensa, porque los soldados defendían algo que les pertenecía. De esta manera se frenó durante siglos la pérdida de territorios.

3. EL ESPLENDOR DE JUSTINIANO


El emperador bizantino más importante fue Justiniano, que gobernó junto a su esposa Teodora entre los años 527 y 565. Su reinado fue la época de mayor gloria militar y económica de todo el Imperio bizantino. Justiniano pacificó el imperio, que había sufrido una gran inestabilidad desde su fundación a causa de las disputas entre las distintas facciones políticas y de las incursiones bárbaras.
Llevó al Imperio bizantino a su mayor extensión. En su época, Bizancio dominaba la costa mediterránea de África, la península de Anatolia, los Balcanes, Grecia, la península Itálica, el sur de la península Ibérica, Sicilia, Cerdeña, Córcega, las islas Baleares y gran parte de la costa del mar Negro.

Tras las conquistas, Justiniano emprendió la reforma del Estado bizantino con el fin de renovar las bases sobre las que se asentaba el imperio. Así, reorganizó la administración central, que supervisaba a los funcionarios de provincias y se concentraba en Constantinopla. Además, decidió clasificar y editar las leyes romanas, labor que encargó al jurista Triboniano, quien redactó el Código de Justiniano (Corpus iuris civilis), que incluía todas las leyes dictadas desde la época del emperador Adriano. También mejoró la situación de la hacienda pública y la recaudación de impuestos, y embelleció la ciudad de Constantinopla.

4. EL RETROCESO TERRITORIAL BIZANTINO


Las conquistas de Justiniano no se conservaron durante mucho tiempo. En la segunda mitad del siglo VI, los lombardos arrebataron a los bizantinos todo el norte y centro de la península Itálica. A comienzos del siglo VII, los visigodos consiguieron expulsar a los bizantinos de Hispania. Durante los siglos VII y VIII, los musulmanes conquistaron toda la costa mediterránea de África, así como Siria y Palestina. Desde entonces, el Imperio bizantino quedó reducido a la península de Anatolia, los Balcanes y el sur de Italia.

Durante los siglos IX y X, el Imperio bizantino vivió una nueva etapa de esplendor. Después, la existencia de Bizancio se caracterizó por las pérdidas territoriales continuas y por la amenaza constante de sus fronteras, sobre todo por parte de los musulmanes. A principios del siglo XV solo quedaba la ciudad de Constantinopla en manos bizantinas. En 1453, tras un largo asedio, Constantinopla fue tomada por los turcos y el Imperio bizantino desapareció.

5. LA ECONOMÍA BIZANTINA


Agricultura. Régimen latifundista, fue la principal fuente de riqueza. La gran propiedad estaba ligada a los monasterios o a la aristocracia. El pequeño propietario, presionado por los impuestos, se convirtió a menudo en colono.

Comercio. Dominaron el comercio en todo el mar Mediterráneo, y acuñaron monedas de oro que fueron el principal medio de pago en el comercio europeo durante mucho tiempo. Constantinopla, por su situación y su condición de gran urbe, fue el gran mercado del mundo. Era un comercio de lujo, basado en las especias, la seda y otros productos procedentes de Asia que eran vendidos a Occidente.

6. SOCIEDAD


Fue jerarquizada. En la cúspide de la pirámide social, se encontraba el emperador. Debajo de él, se encontraban los siguientes sectores:
La alta aristocracia terrateniente, que tenían total control sobre sus posesiones y la dirección de los asuntos públicos.
El clero, que se volvió muy poderoso gracias a las donaciones que recibía.
La burocracia, que estaba integrada por personas de diverso origen que trabajaban para el Estado.
Los comerciantes, que se habían enriquecido debido a la intensa actividad comercial existente.
Los campesinos, que eran hombres libres que disponían de una pequeña cantidad de tierra.
Los siervos y esclavos, que carecían de derechos.

7. LAS CIUDADES


Características. Heredó del Imperio romano su organización urbana. Las ciudades siguieron teniendo una gran importancia, mucho mayor que en Occidente, y conservaron sus funciones. Eran la sede de los obispados, de las instituciones de gobierno y del ejército. También eran el centro de las actividades económicas. Concentraban los talleres artesanales y los mercados; por ejemplo, eran famosas las ferias de Tesalónica y de Éfeso.

Eran grandes y populosas, y en ellas construyeron suntuosos palacios los nobles y los mercaderes, y también fijaron su residencia muchos representantes comerciales de otros países. Los edificios más imponentes eran las iglesias y catedrales cristianas, que atraían a fieles de todo el Imperio.

Constantinopla. Fue construida por el emperador Constantino en el año 330 sobre el emplazamiento de la antigua Bizancio. Situada en el estrecho del Bósforo, controló las rutas comerciales entre Europa y Asia. Con más de medio millón de habitantes en la época de Justiniano y cerca de un millón a mediados del siglo XI, fue la ciudad más rica y populosa del mundo en la Edad Media.
Estaba protegida por un doble cinturón de murallas y su centro estaba constituido por grandes y majestuosos edificios públicos como el palacio imperial, el hipódromo, el senado y la iglesia de Santa Sofía.

Sus grandes riquezas atraían a mercaderes y viajeros de todo el mundo, que quedaban fascinados por el lujo y el esplendor de sus palacios e iglesias.

En el siglo XV los turcos convirtieron Constantinopla en capital de su nuevo imperio y le cambiaron su nombre por el de Estambul.

Santa Sofía. La principal iglesia de Constantinopla, erigida por Justiniano entre los años 531 y 537. En su construcción trabajaron unos diez mil obreros, que utilizaron materiales procedentes de todo el Imperio, sustraídos a menudo de antiguos templos paganos. Tiene una planta central, coronada por una impresionante cúpula de 65 metros de altura y 31 metros de diámetro. Sus paredes estaban recubiertas de mármol y de bellos mosaicos que deslumbraban a los visitantes por su riqueza y esplendor. Símbolo de la cristiandad ortodoxa, fue convertido en mezquita tras la conquista de Constantinopla por los turcos en el año 1453, de esta época son los cuatro alminares que rodean la iglesia.

8. LA CULTURA BIZANTINA


Cultura de síntesis. Fue el heredero del Imperio romano y mantuvo en un principio sus instituciones, su organización social y sus formas de vida. Sin embargo, tras el reinado de Justiniano fue adoptando cada vez más elementos griegos. El latín fue sustituido por el griego como lengua oficial, el emperador adoptó el título griego de basileus y la Iglesia bizantina se fue alejando de la Iglesia de Roma.

Su situación entre Asia y Europa y su gran desarrollo comercial le permitieron recibir influencias de lugares tan diferentes como Europa occidental, el mundo islámico o Asia. La cultura fue una síntesis de elementos clásicos, orientales y cristianos, en la que predominó un fuerte sello helenístico.

Las grandes obras del saber grecorromano se recopilaron en escuelas, universidades como las de Atenas o Constantinopla y monasterios como los célebres del monte Athos, en Grecia, a los que no tenían acceso las mujeres.

El Código de Justiniano. En el siglo VI, Justiniano compiló y actualizó las leyes romanas en lo que se llamó Código de Justiniano. Se reunieron en un solo código las leyes romanas desde el siglo II. Esta fue la base de las compilaciones de leyes posteriores en Europa y tuvo una gran influencia en la formación del derecho moderno.

El alfabeto cirílico. El latín fue sustituido como lengua oficial por el griego. En el siglo IX, dos monjes bizantinos, Cirilo y Metodio, evangelizaron a los pueblos eslavos de Hungría y del este de Europa. Para poder transmitirles en la lengua eslava el mensaje de los libros santos inventaron un alfabeto: el alfabeto cirílico, que es una adaptación del alfabeto griego. El alfabeto cirílico se continúa usando hoy en día en Rusia y en muchos otros países de Europa oriental.

La religión ortodoxa. Impregnaba la vida cotidiana en su totalidad. Su importancia motivó disputas constantes que dieron pie a la aparición de herejías como el monofisismo o el arrianismo. 

En el siglo VIII, los emperadores prohibieron el culto a las imágenes santas (iconos) por considerarlo idolatría alejada del auténtico cristianismo. La disputa religiosa, conocida como las querellas iconoclastas (726-843), dividió a la sociedad bizantina entre partidarios y contrarios de los iconos. Finalmente, la presión de los monjes y de las clases populares obligó a derogar la prohibición. 

Posteriormente, las diferencias entre el cristianismo romano y el griego llevaron, en el año 1054, a la separación definitiva entre la Iglesia católica romana, obediente al papa, y la Iglesia bizantina o Iglesia ortodoxa, que reconoce el primado honorífico del patriarca de Constantinopla. Esta separación ha recibido el nombre de Cisma de Oriente. 

Los monjes ortodoxos evangelizaron a los pueblos eslavos del este de Europa. Por eso, hoy en día la Iglesia ortodoxa es la mayoritaria en esa zona del mundo. Países como Rusia, Lituania, Bielorrusia, Bulgaria, Rumania, además de Grecia y Macedonia, poseen una población que practica mayoritariamente la religión ortodoxa. 

9. El arte bizantino


Crearon un arte que destaca por una brillantez en todas sus manifestaciones. La arquitectura fue espectacular por el lujo y la complejidad de sus edificios. Los palacios fueron admirados por los extranjeros debido a su riqueza. Para la construcción de iglesias usaron la cúpula sobre pechinas, la planta de cruz griega y el capitel cúbico. Su mejor obra fue Santa Sofía de Constantinopla. También se construyeron obras muy bellas en Italia: del siglo XI es la basílica de San Marcos, de Venecia.

Los edificios bizantinos eran sobrios en el exterior, pero estaban ricamente decorados en el interior con mosaicos e iconos. La escultura bizantina produjo bellos relieves en placas de marfil. Los mosaicos recubrieron con un lujo y colores inusitados, ábsides y cúpulas. Este arte culminó en San Vital, de Rávena, Italia, donde aparecen composiciones carentes de movimiento, sin perspectiva, en las que el hieratismo, la quietud y la simetría triunfan en las figuras.

EL IMPERIO ÁRABE


1. LA PENÍNSULA ARÁBIGA


La península Arábiga, cuna del Islam, se encuentra ubicada al sur oeste de Asia, entre el mar Rojo y el golfo Pérsico. Presenta un clima cálido y una escasa humedad al año. En su mayor parte un desierto. 

2. LOS ÁRABES ANTES DE MAHOMA


En la península arábiga era posible encontrar dos tipos de pobladores. Los nómadas, en el interior, beduinos dedicados al pastoreo de cabras y camellos; y, los sedentarios, quienes vivían de manera más evolucionada en las ricas regiones costeras, se dedicaban a la agricultura y al comercio mediante las caravanas. En el Yemen era posible cierta agricultura sedentaria. En el Hedjaz se encontraban las únicas ciudades del país, Yatrib y La Meca, que eran importantes centros comerciales en las rutas de caravanas.

En Arabia no existía unidad, las diversas tribus constantemente estaban en guerra entre ellas y se dedicaban al pillaje. Además, cada tribu tenía sus propios intereses y creencias religiosas: los beduinos del desierto eran fetichistas; los comerciantes del Yemen y el Hedjaz eran politeístas y materialistas, a pesar de sus contactos con comunidades judías y cristianas. Sólo el culto muy generalizado a la Piedra Negra, en el santuario de La Kaaba en La Meca, y el uso de la lengua árabe sirvieron para iniciar un sentimiento común de raza y de pueblo.

3. MAHOMA Y SU DOCTRINA


BIOGRAFÍA. Nació en la ciudad de La Meca el año 570, quedó huérfano desde muy niño por lo que tuvo que dedicarse al comercio mediante caravanas, incluso contrajo matrimonio con Jadicha, dueña de la caravana donde trabajaba. Durante el descanso, después de las largas faenas en el desierto, se dedicaba a la meditación religiosa, así sostuvo que se le presentó el Arcángel Gabriel, quien le comunicó que predicara una religión en torno a un único dios llamado Alá. 

Comenzó su predicación en La Meca, exhortando al sometimiento (Islam) del hombre a la voluntad de un Dios único, Alá, del que era su Profeta (nabí). Sus primeros seguidores fueron libertos y gentes humildes, que dieron al movimiento un carácter antiaristocrático. Por eso, los ricos comerciantes de La Meca reaccionaron en su contra, perseguido, tuvo que huir (hégira) a la ciudad de Yatrib (Medina) el año 622, fecha inicial de la era islámica. Poco después, en Medina, reclutó un ejército y conquistó La Meca (630). Dos años más tarde, a su muerte, toda Arabia quedaba unida políticamente y por su doctrina religiosa.

EL ISLAMISMO. Islam significa sumisión a la voluntad del dios Alá. El creyente en esta doctrina religiosa se le llama muslin o musulmán, el que se entrega totalmente a Alá. Su dogma principal es su marcado monoteísmo que se plasma en el siguiente pilar de la fe hay un solo Dios, y Mahoma es su Profeta. El Corán, libro sagrado, fue escrito principalmente por el discípulo de Mahoma, Zaid; está dividido en capítulos llamados suras, y estos en versículos; que regula todos los aspectos de la vida, por lo que es un código penal y civil; en él se prohíbe el consumo de bebidas alcohólicas, el consumo de la carne de cerdo, los juegos de azar y el uso de imágenes humanas, a pesar que acepta la poligamia. 

En el Corán se establecen los pilares de la fe, los cuales son los siguientes:
La fe, solo hay un dios Alá, y Mahoma es su profeta
La limosna al hermano necesitado y para solventar los gastos de la guerra santa, terminó convirtiéndose en un impuesto.
La oración, que puede realizarse de manera privada, cinco veces al día con dirección a La Meca; o, de manera pública los días viernes en las mezquitas bajo la dirección de los imanes o sacerdotes.
El ayuno durante el mes del Ramadán, no se puede ingerir alimentos ni bebidas mientras el sol este puesto en el firmamento
La peregrinación a la ciudad santa de La Meca, al menos una vez en la vida;
La guerra santa contra el infiel, para defender el Islam, este principio explica la gran expansión militar de los árabes.

SUCESORES DE MAHOMA. Los sucesores de Mahoma fueron los califas. Eran los máximos jefes religiosos y políticos a la vez. A la muerte de Mahoma se organizaron en tres califatos.

4. LA EXPANSIÓN RELIGIOSA Y MILITAR DEL ISLAM


CALIFATO PERFECTO Y ORTODOXO (632 – 661). Los califas fueron amigos o parientes cercanos de Mahoma. Fueron cuatro: Abu Beker, Omar, Otman y Alí. Todos llegaron al cargo por elección. Establecieron a Medina como capital. Con estos califas, los árabes se apoderaron de Siria, Egipto y Palestina (a costa del Imperio bizantino) y de Mesopotamia (a costa del Imperio persa sasánida).

CALIFATO OMEYA (661 – 750). El título de califa se vuelve hereditario. Establecieron a Damasco como capital. Los árabes se expandieron por el oeste hasta España, siendo detenidos por Carlos Martel en la batalla de Poitiers; por el este llegaron hasta la India.   

CALIFATO ABASIDA (661 – 1242). El Islam era un inmenso Imperio de estepas y desiertos, que los califas Abasidas dirigieron desde Bagdad, su capital. Los árabes alcanzaron su máximo desarrollo cultural; pero, en el aspecto político, se va a producir el cisma árabe cuando aparecen califatos independientes como el de Fatimí en Egipto; y, el de Córdoba en España.

5. LA ORGANIZACIÓN POLITICA


Fue un Estado absolutista y teocrático. Los califas centralizaron todo el poder, en un inicio el cargo fue electivo, pero a partir de los Omeyas se convirtió en hereditario. Los califas gobernaban asesorados el Mehuar, que era una especie de Consejo de Ministros; el brazo derecho de los califas eran los Hachib, especie de primer ministro. Los walies encargaban de gobernar las dispersas provincias del inmenso imperio árabe; y los cadíes cumplían la función de administrar justicia.

6. LA ECONOMÍA 


Agricultura. Base de la economía del imperio. Alcanzó un notable desarrollo gracias a la introducción de nuevas técnicas de regadío (acequias, represas y norias) y de cultivo. Debido a la expansión territorial que alcanzó, pudieron adaptar cultivos de lejanas regiones, como los mangos y la caña de azúcar de la India, o los cítricos de China.

Comercio. Principal factor de unidad del mundo árabe. Controlaron desde el siglo VIII las rutas marítimas del Mediterráneo y el océano Índico, así como las principales rutas comerciales terrestres de África y Asia. Establecieron un monopolio comercial sobre sus manufacturas y las lujosas mercancías orientales: las piedras preciosas de la India, la seda de China, el oro y el marfil de Sudán.

7. LA CULTURA ISLÁMICA: UNA CULTURA DE SÍNTESIS

Asimilaron la cultura de los distintos pueblos sometidos. Crearon de esta forma una cultura propia, síntesis de valores orientales (persas, indios, chinos) y clásico-helenísticos (recogidos de Bizancio). Aportaron a esa síntesis su propia mentalidad, impregnada por su religión y su lengua, convertida esta última -desde fines del siglo VIII- en expresión universal de la civilización islámica.

Al árabe se tradujeron las obras de los pensadores orientales y griegos. Sobre esa base, los sabios musulmanes llevaron a cabo sus propias creaciones en escuelas y centros de estudio, establecidos en las grandes ciudades, como Bagdad, Damasco, Córdoba o Samarcanda.

Vincularon Oriente con Occidente, de esta forma Occidente volvió así a encontrarse con las raíces de su civilización. Pero también se benefició de otras aportaciones nuevas que los musulmanes traían de los más apartados rincones de su Imperio. Así ocurrió con el uso de la pólvora, el papel y la brújula, que habían aprendido de los chinos. 

En teología, han dejados numerosos comentarios del Corán, son los denominados Sunnas. Apasionados por la alquimia, los científicos musulmanes descubrieron el alcohol y el ácido sulfúrico.

Médicos como Rhazes y Avicenas impulsaron notablemente esta ciencia. Lo mismo ocurrió con la Geografía, conocieron el pensamiento de Ptolomeo y como sabemos introdujeron la brújula en Occidente; y, en la Astronomía, le dieron una base matemática, establecieron una serie de observatorios astronómicos en sus principales ciudades; destaca el astrónomo Al Biruni, quien planteó la teoría heliocéntrica mucho antes que se hiciera en Occidente. 

A las Matemáticas aportaron el sistema de numeración arábigo, basado en el cero; en álgebra, introdujeron palabras como cero y cifra, pudieron reducir extensas ecuaciones; en geometría, realizaron cálculos de superficie y volumen.

Esencial fue el desarrollo que pensadores como Averroes dieron a la Filosofía, sobre todo al pensamiento de Aristóteles, cuyas obras fueron traducidas al árabe e introdujeron su pensamiento en Occidente. Crearon la falsafa, que es la filosofía griega interpretada desde el Corán.

Desde los días preislámicos, crearon una brillante lírica. Influidos por la India, cultivaron con entusiasmo la narración corta, en forma de fábulas, apólogos morales y cuentos (Las mil y una noches).

8. EL ARTE ISLÁMICO


Arquitectura. La prohibición coránica del uso de imágenes reduce el arte al campo de la arquitectura. La necesidad de realizar la oración común los viernes, ordenada por Mahoma, originó el monumento clave: la mezquita o masyid (lugar para postrarse). En todas predomina la anchura sobre la longitud y abundan las columnas. Sin embargo, no existe unidad de estilo en los elementos empleados (arcos, capiteles, decoración), que varían en cada país. Sobresalen, sin embargo, ciertas características: el uso de la cúpula, aprendida en Bizancio, el empleo del arco de herradura (usado por persas y visigodos) y el predominio de los elementos decorativos («yeserías», «alicatados») resueltos a base de motivos geométricos (lacería), vegetales (ataurique) o epigráficos (cúficos).

La mezquita. En un inicio era un simple patio, en el que se señalaba un muro (quibla) orientado a La Meca, con un pequeño ábside (mihrab), que indicaba dicha dirección. Luego se cubrió con techumbre parte de ese patio y se añadieron otros elementos: el minbar, que es un púlpito o estrado para el imán que dirige la oración, y el minarete o alminar, que es una torre inspirada en el zigurat mesopotámico, desde la cual el almuédano convoca a voces a la oración. Bellos ejemplos de mezquitas son las de Jerusalén, Damasco y Córdoba.

Otras artes. La pintura se desarrolló bajo la influencia de la miniatura persa, que sirvió para decorar ejemplares del Corán y textos literarios y científicos. Destacó también la ornamentación de los edificios, donde predominaron los motivos geométricos, los colores vivos y el uso de la caligrafía como recurso decorativo. Un rasgo importante fue la poca utilización de la figura humana debido al temor a transgredir las disposiciones coránicas contra la idolatría. Por ello, la escultura prácticamente no tuvo desarrollo. También sobresalieron en algunas artes menores, como la cerámica y el trabajo con vidrio esmaltado, madera, marfil, cuero y bronce.

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